Charrería, tradición cien por ciento mexicana

Las escaramuzas charras cautivan e inyectan alegría a propios y extraños por su belleza, vestimenta colorida, pasión y valentía, cualidades que las han llevado a poner en alto a México.

Minutos antes de que todo comience sobre el ruedo del Lienzo Charro de “La Tapatia”, ubicado en la delegación Álvaro Obregón, el público, integrado por familias completas, llega con el ánimo de apoderarse de las gradas y organizar las mejores porras para aquellas mujeres que desfilarán montadas en su caballo.

En tanto, el presidente de la Unión de Asociaciones de Charros del Distrito Federal, Ricardo Anaya, cuenta que la charrería nace en México cuando Hernán Cortés trae los primeros caballos a América.

En aquel entonces, recuerda, el uso de equinos solo estaba permitido para los españoles y los criollos, pero tiempo después realizan una enmienda para corregir dicha postura y, por tanto, conceden la primera autorización para que los indios y mestizos puedan montar a caballo.

El también integrante de la Asociación Metropolitana de Charros preció que la autorización tenía un “pero”. “Ellos podía hacerlo sin utilizar algún tipo de arreo o accesorios que utilizan los caballos, como correas, silla de montar y frenos”.

«En ese momento nació la charrería. Nació un tradición cien por ciento mexicana”, expone y añade que esto permitió el diseño y la elaboración de la silla charra, las reatas o sogas de lazar y el sombrero charro que eran distintos a de los españoles.

Años después, en 1931, el entonces presidente Pascual Ortiz Rubio estableció el 14 de septiembre como Día Nacional del Charro y expidió el decreto oficial para que el traje de charro adquiriera el título del atuendo oficial y símbolo de nuestra nacionalidad.

Pero, comenta Anaya, la charrería es decretada como deporte nacional de México en 1993 porque tiene profundas raíces en la formación de nuestro pueblo.

Explica que si bien las mujeres siempre acompañaron a los charros en cada una de las competencias, las escaramuzas eran solo de exhibición porque no podían participar.

Después del decreto, indica, las mujeres empezaron a tener un papel primordial en la charrería porque, al integrarse al deporte y ser calificadas, con ellas se integró por completo las familias.

“Este fue un cambio radical en la charrería porque, sin duda, ellas hicieron que la familia completa se sumará al deporte y, con ello, generó una convivencia mayor”, resaltó Anaya.

Hoy en día, la charreada recibe un toque femenino cuando las mujeres a caballo hacen acto de presencia, desfilan con sus trajes coloridos de Adelita y después ejecutan sus espectaculares circunvoluciones sobre el ruedo.

Cuando esto ocurre en “La Tapatia”, los espectadores desbordan en gritos y en una de las pancartas puede leerse la frase: “Lau, no sé montar pero se jugar futbol. ¿Te sirvo?

Así, como una pasarela de modas, las escaramuzas salen al ruedo en grupos de ocho para conformar la alineación que defenderá al equipo en una competencia oficial.

«Además de mostrar su belleza, estas famosas Adelitas muestran su valor, entusiasmo, cariño y pasión por la Charrería”, subraya Carlos Barrera Basilio, integrante de la Asociación de Charros José Becerril de Azcapotzalco.

El también charro señala que son ellas quienes han fomentado este deporte en todos los rincones del país e incluso en Estados Unidos y Canadá.

En entrevista por separado, Barrera Basilio reconoce que montar un caballo es más difícil de lo que se ve desde las gradas y, sobre todo, el hacer una rutina tan peligrosa porque los nervios y la adrenalina están a flor de piel.

 

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