Causas, tratamiento y prevención de la diarrea

Se considera diarrea aguda a la presencia de deposiciones líquidas o acuosas, generalmente en número mayor de tres en 24 horas y que dura menos de 14 días; la disminución de la consistencia es más importante que la frecuencia.

Si la diarrea dura más de 14 días, se la define como diarrea prolongada y, si dura más de 1 mes, como diarrea crónica. Si en las evacuaciones hay mucosidades y sangre, se la denomina síndrome disentérico.

Cuando se producen en lactantes alimentados al pecho materno, dichos episodios son generalmente leves o inaparentes, hecho que destaca el importante papel protector de la lactancia materna exclusiva.

Por lo tanto, los factores de riesgo para las enfermedades diarreicas son: ambientales (ej.: agua inadecuada o con contaminación fecal, falta de facilidades sanitarias, mala higiene personal y doméstica, inadecuada preparación y almacenamiento de alimentos, ignorancia o patrones culturales adversos con malas prácticas del destete y tardía búsqueda de atención médica) y del huésped (ej.: desnutrición, deficiencias inmunológicas, factores genéticos, ausencia de lactancia materna). Rotavirus es, con mucho, el agente patógeno más frecuentemente involucrado en casos de diarrea infantil, en los países en desarrollo como México.

Virus: aquéllos que causan diarrea, especialmente el rotavirus, mismo que se desarrolla en un plazo de 24 a 72 horas, lo que le da a la diarrea la característica de ser de breve duración, también pueden causar diarrea las bacterias y los parásitos.

En la historia clínica de la diarrea es esencial indagar sobre: duración de la enfermedad; características de las deposiciones: consistencia (líquida y disgregada), presencia de otros elementos (mucosidades, sangre, alimentos no digeridos); frecuencia de evacuaciones durante las 24 horas previas; presencia y frecuencia de vómitos; fiebre, irritabilidad, decaimiento, sed; capacidad o no de recibir alimentos y líquidos; tipo y volumen de los alimentos recibidos; normalidad o no de la diuresis.

La deshidratación es la complicación más frecuente y grave de las diarreas en los niños. Las principales causas de la deshidratación son: a) aumento de pérdidas de líquidos y electrolitos por las evacuaciones líquidas y por los vómitos, b) disminución de la ingesta.

El manejo de casos con diarrea debe ser de la siguiente forma:

  • prevenir la deshidratación
  • utilizar terapia de rehidratación (oral o endovenosa) cuando la deshidratación está presente
  • mantener la alimentación durante y después del episodio de diarrea, uso selectivo de antibióticos cuando ellos están indicados

Las intervenciones más efectivas para prevenir la diarrea infantil a nivel mundial han sido las siguientes:

Promoción de alimentación adecuada: lactancia materna exclusiva durante los primeros 6 meses de vida, y parcial hasta el los 2 años de edad; Prácticas adecuadas del destete; Uso de agua limpia: abundante y protegida de contaminación; Higiene personal y doméstica adecuada: lavado de manos con jabón y uso de letrinas; Eliminación adecuada de las heces, especialmente de los pañales con evacuaciones.

Cualquier evento de evacuaciones diarreicas es susceptible de ser prevenible, siempre se sigan las medidas higiénico dietéticas generales de limpieza de utensilios, juguetes con agua clorada y lavado continuo de manos con jabón convencional y con la técnica adecuada, por lo menos un minuto, lo cual es la piedra angular para evitar contagios y la propagación de enfermedades.

 

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