Desaparición Forzada de Personas
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Querido Pueblo Mío: Hace más de diez años viví en la frontera norte del país y viajaba continuamente en la línea de autobuses ADO por más de 15 horas. Al entrar al estado fronterizo, a mitad de la carretera en donde solo se veía tierra y matorrales era común que retenes oficiales y no oficiales nos hicieran bajar del autobús. Sacaban nuestras maletas, las colocaban en el suelo ordenadas y preguntaban de quién era la maleta. También preguntaban uno a uno qué llevábamos, a dónde íbamos, a qué nos dedicábamos y cada uno contestaba.
¿Qué les pasó a los otros pasajeros?
La respuesta es que algunos no volvieron a sus asientos. Incluso dejaban sobres con sus documentos, chamarras o suéteres. Mujeres u hombres, jóvenes o viejos, no llegaron a su destino y no se si alguien sabe dónde están. También supe que, incluso, desaparecieron autobuses enteros, el chofer y el autobús incluidos. Afortunadamente, todas las veces pude llegar a mi destino y hoy puedo escribir esta columna.
Es cierto que me han preguntado detalles escabrosos de la vida en frontera. Me han preguntado que si vi las cabezas o los cuerpos, que si presencié una balacera. Sobre todo, antes cuando la violencia no había alcanzado a sus municipios. Hoy es una historia que contamos millones. También es cierto que a quienes buscan el morbo les he respondido siempre “si se han derramado ríos de sangre es poco”.
Jurídicamente, ¿En qué consiste el delito de desaparición forzada de personas?
Se refiere a la privación de la libertad a una persona, seguida de la abstención o negativa a reconocer dicha privación de la libertad o a proporcionar la información sobre su suerte, destino o paradero. Todas estas actividades llevadas a cabo por un servidor público o por un particular con el permiso del servidor público.
Del 15 al 26 de noviembre el Comité de las Naciones Unidas contra la Desaparición Forzada (CED) se llevan a cabo entrevistas con servidores públicos de los distintos órdenes de gobierno y de altos o bajos mandos. También encuentros con víctimas, organizaciones civiles, intentarán acudir a exhumaciones y visitas en centros de detención o cárceles.
Antes de la pandemia y mientras trabajaba para una institución oficial fui entrevistada en una visita del personal de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Fuimos interrogados en parejas. Mi compañero y yo, comprometidos con el servicio público y hacer realidad el acceso a la justicia, hablamos de las actividades que desempeñábamos en la institución. Los entrevistadores fueron incisivos y, finalmente, no vimos el informe final.
El hecho de que personal de la ONU pueda llevar a cabo el primer diagnóstico contemporáneo sobre la desaparición forzada de personas es en sí una buena noticia. Recordemos que la desaparición de Rosendo Radilla Pacheco durante la Guerra Sucia provocó en 2011 la Reforma en Materia de Derechos Humanos. Por más que se desee maquillar los números y los testimonios, debemos tomar en cuenta que son expertos que llevan a cabo este estudio en distintos países del mundo. Existen distintas variables que toman una fotografía del momento que vive México.
Por: Verónica Ruiz Nava.