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Embarazo adolescente, un problema latente

Todo estaba listo para la esperada fiesta de XV Años. La ilusión de Berenice Martínez, como el de muchas jovencitas mexicanas, casi se cumplía cuando se enteró que estaba embarazada y el sueño se volvió un amargo despertar.

Una mezcla de sentimientos acompañaron la inesperada sorpresa. «Por un lado, sentía mucha emoción por tener un bebé, pero también me daba miedo decirle a mi familia y por las nuevas responsabilidades para cuidar al niño», refirió.

Esta adolescente de 14 años y 6.5 meses de embarazo contó en un inicio con el apoyo de su pareja, de 18 años, quien poco tiempo después se alejó por diferencias con la familia.

Afortunadamente, «Bere» tuvo el respaldo de sus padres y abuelos, quienes la alientan a seguir adelante, en espera de una pequeñita que llegará para el mes de abril.

Esta es una de las casi 500 mil historias de embarazo adolescente que se viven en México cada año, y con lo que se coloca como el primer país dentro de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE ) con esta situación, además de encabezar la región Latinoamericana.

«Sabemos que como región Latinoamérica, el país tiene la tasa de fecundidad de adolescentes más alta del mundo. Dentro de la región, a México no le va bien tampoco», comentó la jefa de Políticas Sociales de la Unicef, Erika Strand.

Refirió que dependiendo de las mediciones, el país reporta niveles de 20 a 39 por ciento con adolescentes hasta 18 años que tienen bebés.

Esto, además de representar un problema de salud pública, genera un circulo de pobreza que pasa de una generación a otra, debido a que se limita el desarrollo de los adolescentes en lo educativo, laboral y social.

«Genera un circulo intergeneracional de pobreza. Al mismo tiempo, vale la pena destacar la problemática de mortalidad materna en este grupo, que tiene cinco veces más posibilidad de morir, más riesgo de morir por causas maternas una niña de 10 a 15 que un adulto», lo que eleva también los riesgos para el bebé en caso de fallecimiento de su madre.

Para revertir la problemática, el gobierno federal lanzó la Estrategia Nacional de Prevención del Embarazo en Adolescentes, que tiene como objetivo reducir en 50 por ciento la tasa de fecundidad de jóvenes de 15 a 19 años para 2030 y que no haya embarazos en niñas de 14 años o menos.

El plan se basa en ocho ejes rectores que incluyen 90 líneas de acción enfocadas a reforzar la educación y la salud, así como prevenir la violencia y elevar las oportunidades para que los jóvenes puedan tener un mejor futuro.

“En esto tenemos que aplaudir lo que hemos escuchado; digamos que tiene esos elementos importantes de trabajar con varios sectores, de basarse en información y generar más evidencia. Uno de esos ejes principales que nos interesa como Unicef es contar con indicadores confiables, de saber lo que está pasando”, dijo Strand.

La prueba de que programas de gobierno ayudan a esta población vulnerable es Promajoven, un esquema de becas que opera la Secretaría de Educación Pública (SEP) que apoya a estudiantes embarazadas.

Cuando Berenice comunicó su embarazo a su madre, la primera opción fue dejar sus estudios de Nivel Secundaria, porque su embarazo es de alto riesgo, ya que la chica padece hipertiroidismo y asma.

No obstante, la administración de la escuela se comunicó con la familia para informarle del programa que le otorga 800 pesos mensuales, lo que la alentó a seguir los estudios y ahora tiene una visión distinta.

“Nos han ayudado, porque la han impulsado a ella a que pueda seguir estudiando y ahora gracias a esto también ha venido, ha entregado tareas y sigue aprovechando el ciclo y no lo ha perdido”, comentó Estrella Gonzaga, Mamá de Berenice.

No obstante, un elemento fundamental para revertir esta situación es la educación en casa.

«Desafortunadamente en nuestro país la mayoría de los padres de familia le da una carga que los colegios o los institutos eduquen sobre sexualidad a sabiendas que la sexualidad es preferible darla en casa, porque se educa desde la confianza, desde el cariño, desde el amor”, aseguró el sexólogo y psicólogo, Fabricio Jauregui.

Muchas veces los profesores no están bien preparados o simplemente no tienen la confianza del chico, además que se generan tabúes, mala información, situaciones incómodas, entre otros elementos. Por ello, para evitar que los adolescentes cambien los juegos por pañales y mamilas hay que “acercarnos a ellos”.

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