De: Inclusión

La inclusión de Ricardo Monreal entre los aspirantes de Morena a la candidatura por la presidencia en 2024 puede parecer positiva, en términos de democracia política, pero no lo es.

El mensaje de la dirigencia de Morena que los gobernadores inviten a visitar sus estados a los aspirantes de ese partido, para que el pueblo los escuche, se traduce en un abierto reconocimiento de que se realiza una campaña política, fuera del calendario establecido oficialmente.

Morena, sus dirigentes y el ciudadano presidente pueden argumentar que se tratan de un proceso distinto, denominarlos conferencias, asambleas informativas o foros, de cualquier forma, el trasfondo es evidente.

La 4T no tiene la certeza de mantenerse en la presidencia de la República y desde ahora de manera mañosa busca desarrollar, como lo hizo a lo largo de 2022 un placeo político descarado de las denominadas corcholatas, de manera impune.

Si la colectividad no lo quiere apreciar de esa manera, es otro tema, pero la realidad está ahí, Morena se mantiene en campaña.

La diferencia en este caso es la inclusión del ciudadano Ricardo Monreal que en la misma sintonía que Morena acepta ser incluido, y en lo inmediato invita a los otros tres aspirantes a participar en la plenaria de su partido en el Senado.

Agradece el gesto, pero establece que pugnará por el cambio de método de selección.

De manera abierta no confía en la encuesta, pero advierte de manera velada que de aceptar el método de selección y tener un resultado adverso lo aceptará.

En consecuencia, deja abierta la posibilidad de no participar en la encuesta, con lo que sin faltar a su palabra podría optar por la postulación bajo otra bandera política, o bien quedar al margen.

De cualquier forma, el tema sigue sobre la mesa y es más que evidente la existencia de una campaña al margen de la ley, por parte de quienes quieren ser apreciados como defensores y promotores de la legalidad.

Juicio político

La promoción de juicio político contra la ciudadana ministra Yasmín Esquivel sólo deja en claro un desgaste necesario, que en otros tiempos hubiera sido innecesario.

Si la ministra busca permanecer en el cargo o no, de cualquier forma, siempre tendrá sobre sí el estigma de contar con un título viciado.

Puede soportar toda la presión social y política que quiera, pero en materia de la moralidad a la que tanto alude el ciudadano presidente queda a deber.

Por: Alejandro Villegas

Redacción

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