Tu cuerpo y sus señales de alerta

Por Prem Abhaya

Es posible que hayas escuchado que el cuerpo es sabio y da señales de malestar, pero quizá en ese momento no te detuviste a reflexionar en ello, pues la mayoría de las ocasiones interpretamos la palabra “señales” como enfermedad, cuando en realidad, la enfermedad ya es un grado último en el que el cuerpo no puede regenerarse por sí mismo: es un extremo.

Mucho antes de la enfermedad, hablando principalmente de las llamadas crónico-degenerativas, esta maravillosa maquinaria que habitamos empieza a dar signos de alerta mucho antes que un órgano, músculo o área específica llegue al mal o deficiente funcionamiento.

Estos signos son muy anteriores al dolor. El dolor ya es una señal de alerta que hay que atender de inmediato.

Desgraciadamente, estamos muy mal acostumbrados e ignoramos estos síntomas, o bien, no sabemos que son pequeñas señales y prestamos atención hasta que el dolor se hace presente y es continuo.

En otras ocasiones y aunque suene extrañamente ridículo, aunque el dolor sea permanente, hacemos caso omiso y creemos que con unas pastillas podemos sobrellevar lo que está sucediendo, sin detenernos a investigar o a reflexionar sobre lo que pasa, cuando es gracias a esas primeras señales cuando evitaríamos llegar a muchos males posteriores.

DOS PRIMEROS SÍNTOMAS

Quisiera mencionarte dos primeros síntomas: el primero es la falta de energía. A veces el desgano se lo achacamos al exceso de trabajo, de fiestas o falta de descanso reparador. Todo lo anterior es cierto y es causa, pero cuando se manifiesta de manera permanente, hay que prestar mayor atención, sobre todo cuando crees que careces de la energía suficiente.

Tal vez te apetece hacer ejercicio, pero crees no aguantar, por ejemplo. Acabas tan rendido de tu jornada diaria que ya ni se te antoja salir con tus amigos, lo único que quieres es ir a rendirte a tu casa. Te cuesta mucho trabajo ya concentrarte en otras actividades que no sean tu obligación, pero que requieren de cierta atención y energía. Es a esto a lo que me refiero.

El segundo síntoma es la sensibilidad e irritación en alguna región y aquí tenemos como buenos ejemplos el colon o intestino grueso, o la clásica gastritis. Se han vuelto males “comúnes” que acostumbras aniquilar a base de un par de pastillas analgésicas o desinflamatorias, cuando en realidad te están alertando sobre el desencadenamiento de un mal mayor.

Estos dos son los síntomas iniciales de exceso de acidez en el cuerpo. Después de ello sobrevienen las inflamaciones, endurecimiento de tejidos, ulceraciones y males crónicos. El dolor más notable viene en estas etapas, pero no hay que esperar su llegada.

¡En los dos primeros síntomas podemos enmendar la plana con nuestra alimentación y no esperar! Recuerda que en los alimentos está la solución y la prevención de muchas enfermedades.

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