Vencer pese a la violencia

La intranquilidad fue una constante en diversas partes del estado, donde candidatos y sus equipos fueron amenazados, baleados y hasta levantados, sin que hasta ahora, haya detenidos por esa razón.

Por: Guillermo Castillo

Cuando la jornada del 6 de junio terminó, autoridades electorales y sociales se ufanaron al señalar que los comicios habían transcurrido en calma y con incidentes menores; pero tal vez, antes, debieron preguntarle a los candidatos.

Las escenas de violencia no sólo se centraron en las balaceras que se vivieron el domingo de la votación en, cuando menos cuatro municipios. La intranquilidad fue una constante en diversas partes del estado, donde candidatos y sus equipos fueron amenazados, baleados y hasta levantados, sin que hasta ahora, haya detenidos por esa razón.

Pongo sólo un ejemplo de acoso político en campaña: el de Eduardo Castillo López (quien no es mi pariente, por aquello de las suspicacias), el morenista que a pesar de hacer proselitismo con un ambiente adverso, logró llevarse la victoria y arrebatársela a un grupo tan compacto como el Movimiento Antorchista, en su propio terreno: el Distrito 23, con cabecera en Acatlán.

Eduardo Castillo hizo campaña a horas poco comunes. Salía a las 4 de la mañana y acompañado por grupos lo más grandes posibles, para evitar un susto, una agresión.

Su vehículo, muchas veces, era vigilado por al menos tres sujetos extraños con armas largas, a sabiendas que al terminar el brigadeo, el candidato tendría que volver a él para dirigirse a otro sitio.

¿Y qué decir de las amenazas? “O dejas la contienda o te atienes a las consecuencias”, le dejaban por escrito. La consigna era, según me confirman, bajarlo “por la buena o por la mala”. Como cada quien quiera interpretar eso.

Aún así, Eduardo Castillo se llevó la simpatía de la gente y la diputación local, cuya constancia de mayoría también se intentó sabotear. Sacó la casta para vencer al oponente en su propio territorio, su propio bastión.

La pregunta, por un lado, es ¿Nunca sabremos quiénes fueron los responsables de estas agresiones y tantas otras en el estado? ¿Nunca se castigará a los responsables?

Por otro lado, la pregunta es ¿Hasta dónde puede llegar políticamente un joven como Eduardo Castillo, si logra sacarle la vuelta a este tipo de “incidentes menores”, como le dicen las autoridades?

Me cuentan que Eduardo trae buena tracción para pelear por espacios importantes en la siguiente legislatura. La primera que tendrá integrantes que ya traerán experiencia inmediata de 3 años.

¿Podrá destacar el mixteco? Ya veremos; pero si sacó el talante en casos como los de la campaña, no es nada difícil que pueda lograr otras cosas.

De aspiraciones

Las palabras recientes del presidente Andrés Manuel López Obrador contra los integrantes de la “clase media del país”, los “aspiracionistas”, han generado mucho escozor en redes sociales.

Tuiteros y facebookeros están enojados con el presidente, porque los menospreció y los atacó directamente, porque no votaron por su proyecto político.

Es claro que López Obrador es alguien que no escucha; pero si fuera inteligente, debería oír las voces que, seguramente, lo llaman a la mesura dentro de su equipo. ¿La razón? Que esa clase media, aspiracionista, a la que ahora desprecia, puede tumbarle la burra y cortarle la aspiración de que Morena se perpetue en el gobierno federal en 2024 si no recompone. Al tiempo.

Hasta la próxima.

Guillermo Castillo

Tengo 11 años de experiencia periodística y sigo aprendiendo. He colaborado para Cómo?, ABC Radio, Milenio, Diario El Popular, Radio Oro, Urbano Puebla y MVS Noticias. Hoy dirijo En Vivo Mx. El camino andado sólo sirve para dar el siguiente paso.

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