¡Rompe tu equilibrio!

Aunque tú y la gente estén acostumbrados al rol que tienes, siempre existe la posibilidad de mejorar.

Por: Carlos Castro

Imagina que tu cerebro es un director de orquesta. Está arriba de una plataforma, sujetando un palito de madera (batuta). Viste un traje negro y camisa blanca, y un pantalón que no alcanza a cubrirle los calcetines.

Yo lo imagino con lentes.

Mira hacia un lado y hacia el otro, hacia los músculos del brazo que están en el fondo del escenario, hacia los nervios que afinan sus violines, hacia el corazón que lo mira desde los timbales y hacia los pulmones que están bien acomodados en su sección (la de alientos, claro).  Luego de verificar la afinación, comienza el concierto. Él dirige todo lo que cada “instrumento” está interpretando. Está pendiente de la intensidad con la que están trabajando, del ritmo, de la fuerza. Y en cuanto percibe que unos instrumentos se están relajando, hace una seña violenta y les manda mantener el paso.

Es que, dentro de ti, todo debe llevar un orden. Todo debe mantener un equilibrio.

A este equilibrio le llamamos homeostasis, y será todo intento que hace un organismo por mantener la estabilidad interna.

¿Has tiritado de frío? Es porque tu cuerpo debe mantener una temperatura de 37°C, y tu cuerpo se sacude para generar fricción y calor en los músculos. ¿Has sudado de nervios o al hacer ejercicio? Tu cuerpo debió hacerlo como intento para regular el calor. ¿Tu corazón late rápido cuando corres o andas en bicicleta? Es porque necesitas más oxígeno en tu sangre.

Así, tienes un cuerpo diseñado para mantenerse como debe ser, como es mejor que sea, de la forma en la que pueda trabajar como siempre lo ha hecho.

Pero tu cuerpo no es el único que lo hace. También tu mente, y lo hace en base a lo que acabas de leer. Te lo repito: “…para mantenerse como debe ser, como es mejor que sea, de la forma en la que pueda trabajar como siempre lo ha hecho”.

Dentro de ti, en un plano psicológico, hay ciertas reglas acerca de cómo pensar, de cómo sentir y de cómo comportarte. Siempre pensarás que la pizza es mejor que el brócoli, que es imposible estudiar sin música o que el futbol es la perdición de los hombres. Estas son reglas y creencias irrelevantes, quizá. Probemos con otras.

Nunca debo expresarle a mi pareja todas mis emociones tal como las siento. Yo no puedo competir contra otros, ellos tienen algo que yo no tengo. Eduqué mal a mi hija desde pequeña, ya no puedo ser una buena madre. Nunca supe darle seguridad a mi pareja, ahora ya es demasiado tarde. No puedo confiar totalmente en las personas. Si lo intento y fallo, seré evidenciado como un fracasado.

¿Te identificaste con alguna?

No pretendo confrontarte o decirte si está bien o mal pensar así. Lo que hoy quiero hacer es retarte a pensar diferente y a comportarte en razón de una nueva regla. No dudo que lo consiguieras (si lo dudara me dedicaría a otra profesión), pero tampoco dudo que se te haría difícil. Tan difícil como se te hace difícil despertar temprano después de vacaciones, mantener una dieta o cumplir el propósito de tender tu cama todos los días.

Estás acostumbrado a pensar así, a sentir la frustración con esa magnitud con la que la sientes, a guardar silencio, a interpretar así la conducta de tu pareja. Ese es tu equilibrio interno. No serías tú si te comportas, de la noche a la mañana, de forma diferente.

Pero cambiar siempre es una opción. Se vale hacerlo. Debes reconocer que es difícil para hacer un esfuerzo de la misma naturaleza.

Aunque te sientas cómodo así, podrías funcionar mejor. Aunque tú y la gente estén acostumbrados al rol que tienes en el trabajo, a tus hábitos, a tus expresiones de enojo, siempre hay una nueva versión de ti. Siempre existe la posibilidad de mejorar.

Por eso creo que lo bueno es enemigo de lo excelente, y que estar satisfecho no significa haber cruzado la meta.

También creo que la seguridad te hace renunciar a la libertad, y te sugiero tener unos días intranquilos, probando el cambio personal, desarrollado creencias que aún no tienes y aprendiendo conductas más saludables.

Al final, aunque tu mente -ahora imagínala a ella siendo la directora de la orquesta, con el saco negro y la camisa blanca- no entendía cómo administrar esos nuevos sonidos, terminará por aprender a hacerlo y producirá una melodía más jugosa.

Carlos Castro

Creo en el cambio y lo busco con intencionalidad, por ello hice la licenciatura en Psicología (Xalapa, Veracruz) y estudié la maestría en Psicoterapia (Cancún, Quintana Roo). Fue increíble trabajar para el Estado de Nuevo León durante 2014-2016 como Supervisor de proyectos sociales, Psicólogo de adultos mayores, y atendiendo a la selección deportiva estatal. En 2016 volví a Xalapa para coordinar el departamento de psicología de la Casa Hogar del estado de Veracruz, de la cual me retiré como director en 2017. Actualmente atiendo proyectos sociales, doy psicoterapia y practico triatlón.

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